Bodrio. Esa es la palabra que me ha venido a la mente a la hora de comentar este tomo que los de Planeta califican como histórico. Y puede que lo sea ya que puede ser una de las aventuras más cutres de Flash de toda la historia. Hombre, también puede ser porque yo sólo he leído la etapa de Geoff Johns de Norma y los tres tomos anteriores a su serie en grapa; y claro, el listón está muy alto.
No voy a entrar en si la elección de Bart para convertirse en Flash sea acertada o no. Supongo que las mentes pensantes de DC tienen una manía especial hacia la familia Allen y su permanencia con la mallas "colorás". El relevo generacional ha de hacerse más por costumbre editorial que por necesidad argumental, cosa que siempre afecta a la calidad de las historias.
Si se me pregunta la opinión (modesta, claro) diré que Jay Garryck me parece mejor Flash que Bart, aunque ya digo, sólo es una opinión.
Volviendo al tomo en sí. Pues que se hace muy pesadita con el villano más predecible de la historia del comic y con el dilema moral del héroe más visto en un comic. Una cosa es que no haya nada nuevo bajo el sol y otra cosa es aburrir soberanamente con toda la desvergüenza del mundo. En un número se contaba todo esto y mucho más. Un tomo histórico, ya te digo.
Mal comienza Flash su año después; y eso que le tenía ganas...
1 comentario:
La verdad es que un poco sí que deja que desear.
Publicar un comentario